jueves, 14 de enero de 2010

La ciencia online y el 2.0 se miran de reojo

Soy usuario de Internet desde 1995, cuando los BBS pululaban por todos lados. Créanme entonces que tengo experiencia suficiente para valorar mucho los avances en diseño y usabilidad de sitios web a los que se ha llegado. Aún así, es descorazonador ver la pobreza de muchas home pages de grupos de investigación. Aquí no importa cuál sea su vinculación académica ni lo abultado de su bolsillo: prima la desidia y no parece ser importante en la comunidad mantener una imagen virtual atractiva.

En su prospect publicado en Nature en mayo del 2007, Paul Smaglik presenta a los sitios web como ventanas digitales hacia las actividades de un grupo de investigación. Afirma, con algo de razón, que la primera toma de contacto con un grupo suele ser a través de su página. Sin embargo, para entender mejor la relevancia de un sitio web bien construido, hay que empezar a profundizar. Se me ocurren tres vías por las que se descubre la página de un grupo: 1) por simple azar, incluyendo en este inciso a quienes llegan por búsquedas acerca delos temas de investigación del grupo, no sobre sus miembros; 2) mediante referencias directas al sitio, publicadas en otras páginas de Internet, en una revista o paper, o en medios de difusión semejantes, y 3) por la comunicación directa de algún miembro del grupo en charlas personales o ponencias en reuniones. Los visitantes del último grupo son los más fáciles de atraer, porque han sido cautivados lo suficiente para tomarse la molestia de querer saber más: ellos buscarán un sitio completo que les permita extender lo que ya conocen, y valorarán el acceso a las publicaciones del grupo, los comentarios sobre éstas, la descripción de sus otros intereses y la disponibilidad de información de contacto. La situación será algo diferente para los visitantes del grupo 2, más todavía para los del grupo 1. En ellos debe generarse el interés. Por ejemplo, podría tratarse de futuros estudiantes de Doctorado o graduados que busquen un lugar de trabajo. Además de revisar el contenido técnico, también querrán saber quiénes han cumplido tareas allí antes para rastrear cuál ha sido el empujón que el grupo diera a sus carreras, buscarán conocer la trayectoria de los directores del grupo, valorarán poder comunicarse directamente con ellos, e incluso disfrutarán observar fotografías del lugar donde ansían estar. La versión del laboratorio en la nube debe contemplar estos escenarios y estar preparados para satisfacerlos igual que en la vida real.

Debe quedar claro que el sitio de un grupo (y me atreveria a decir, toda presencia online de sus miembros) aumenta su valor agregado, contribuye a su posicionamiento, y con ello, a las posibilidades de incrementar la calidad de su investigación. No se equivoca el biólogo molecular y biotecnólogo húngaro Attila Csordás: en ciencias biológicas, la unidad funcional básica de cooperación e investigación es el laboratorio. En la sociedad, esa unidad funcional es la familia. La página web es la primera herramienta para que la ciencia de puertas para adentro le llegue a las familias y las cambie para bien.

En muchas actividades humanas el contenido prima sobre la presentación. Licencio al arte de ser contemplado en esa afirmación, pero es particularmente cierta para la comunicación científica. Sin importar el tipo de lenguaje que se utilizara, la cantidad de tecnicismos incluidos o el público al que vaya dirigida, la ciencia, por su método, debe intentar ser precisa en su divulgación. Los científicos, por el contrario, no tanto. Es una apropiada analogía en este contexto recordar la máxima del diseño web que impone separar el contenido (usualmente en archivos HTML con texto plano y etiquetas de demarcación) de la presentación (en hojas de estilos CSS vinculadas) porque resulta más eficiente para su comprensión y mantenimiento el manejarlos por separado. La ciencia debe ser la página con los datos crudos, su correcta delimitación para una interpretación inequívoca y los vínculos a nuevas fuentes de conocimiento; el científico será el maquetador, despierto y creativo, que tome la sopa de letras de sus resultados y la disponga de forma fidedigna y atractiva para que otros la digieran mejor. Al parecer, los usuarios, sin importar su nivel de formación educativa, leen en promedio el 20% del contenido de texto de una página, y no suelen superar el 28% de ésta. Hagámonos el favor de hacer páginas claras, bien estructuradas, completas y seductoras, a ver si nos apropiamos de ese ocho por ciento dudoso.

Como soy parte de esto, todo lo anterior me atañe. Yo estoy relativamente conforme con el sitio que tenemos en el Grupo de Bioinformática Estructural (SBG) de la Universidad Nacional de Quilmes (http://ufq.unq.edu.ar/sbg), aunque espero que concretemos pronto las postergadas renovación y actualización. Hasta entonces, seremos de la vieja escuela.

Para cerrar, nos vamos optimistas. Por supuesto que gozamos de honrosas excepciones, y aunque ya quedan algo antiguas, hay dos listas de sitios para recomendar. En el mismo artículo de Csordás de donde tomara la cita anterior, publicado en su blog Pimm - Partial Immortalization (http://pimm.wordpress.com/), se construyó con el aporte de lectores un compendio de sitios atractivos y bien realizados. La otra lista que no se pueden perder es la de los ganadores de los Laboratory Best Site and Video Awards entregados por la revista The Scientist. Además, el estudio de diseño web RNA design (con target evidente) presenta un portfolio donde dejan en claro que tienen ideas bastante novedosas para todo esto.

¡Ea, ea, que estamos llamados a liderar el 3.0!


http://www.nature.com/naturejobs/2007/070517/full/nj7142-347a.html
http://www.useit.com/alertbox/percent-text-read.html
http://pimm.wordpress.com/2007/04/16/how-does-a-good-laboratory-homepage-look-like-show-me-at-least-one/
http://www.the-scientist.com/winners/index/
http://www.rna.ca/websites/

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